miércoles, 25 de abril de 2012

LXXVII.- LA CORONACIÓN DE LA VICTORIA.



Ya se respira en nuestra ciudad, ese ambiente festivo, ante la celebración de la Coronación Canónica, de la Reina del Polvorín, María  Stma. de la Victoria.

Recuerdo aquellos años primeros de la década de los cuarentas, cuando un sastre del Barrio Obrero, don Eulogio García Ferrer junto a don José  Zayas y don Antonio Oliveira Chardenas, fundaron la cofradía, una vez acabada nuestra contienda civil, para hacer resurgir nuestrra Semana  Santa,  que quedó afectada considerablemente, en aquellos días aciagos del año 1.936.

Pero, poco a poco,ha ido prosperando, gracias a la colaboración de aquel incansable Paquito Monís, que le llevó a alcanzar su máximo esplendor.

Tras el arduo trabajo desarrollado, por las distintas Juntas de Gobierno, llegó al fin  ver onseguido ese sueño dorado, que nos llenará de orgullo a todo el pueblo de Huelva, como a los medios cofrades onubenses, dejándonos un grato recuerdo para el futuro.

Así llegado el día sublime del Miércoles Santo, de gran fervor mariano, al ver desfilar por nuestras calles a las Reinas del Polvorín y San Francisco, Victoria y Esperanza Coronada, sentiremos gran satisfacción todos los onubenses, amantes de nuestras viejas tradiciones.

Los sueños de esta gran cofradía, se ven cumplidos al ver hecha realidad, ese gran trabajo, por el que han luchado durante tanto tiempo.

Y cuando vuelva a su barrio, será recibida con todo el cariño de sus vecinos que le rendirán pleitesía, entre piropos y plegarias, a su Reina y Señora. 

miércoles, 18 de abril de 2012

LXXVI .- LAS ANTIGUAS RIFAS DE BORREGOS.



Una vez transcurrida la Semana Santa, era bastante peculiar en nuestra ciudad, al discurrir por el área del antiguo Mercado del Carmen,  en las mañanas de los domingos, observar la presencia de un gran contingente de público, en plena calle Duque de la Victoria, donde se celebraba la tradicional rifa de borregos, tan característica, en esta época de la Pascua Florida.
Existía un redil,  dentro del cual había una veintena de borregos,  que a través de los años, venía a constituir una vieja tradición onubense.

Se montaban con  un fin benéfico, y en la que se daban cita los padres con sus hijos, que acudían con la ilusión, en aquellos tiempos de miseria  y de necesidades, de alcanzar el premio, para cumplir el sueño de celebrar, en el recientemente inaugurado Parque Moret la gran caldereta que viniera a reunir a toda la familia, en tan peculiar paraje, allá por los últimos años de la década de los veinte.

Al transcurrir el tiempo, en los cincuentas, volvió de nuevo a establecerse, por la recién constituida Hermandad de la Cena, que colmó sus aspiraciones para ofrecer a nuestros convecinos una nueva cofradía que a través de los años se nos presenta como una de las más populares que desfilan por las calles onubenses, en la Semana Mayor.

Recuerdo la gran alegría que aportaba esta iniciativa, y el regocijo que ofrecía a la chiquillería cuando acudía a esta zona acompañado del borreguito que había tenido la suerte de alcanzar el premio, lo cual servía de ilusión para estar pendiente de no faltar a esta cita tan arraigada en nuestros convecinos.

Con el tiempo esta costumbre ha ido desapareciendo, solo los antiguos onubenses mantienen el recuerdo de esta estampa tradicional que guardamos en nuestra memoria de lo que era nuestra Onuba eterna.






miércoles, 11 de abril de 2012

LXXV.- LLEGÓ, EL TAMBORILERO DEL ROCÍO.



Ha transcurrido la Semana Santa, en un ambiente incierto y borrascoso, pero a pesar de la constante presencia de la lluvia, tan deseada y necesaria para la vida de nuestros campos, por lo menos nos ha ofrecido huecos, para poder disfrutar de los maravillosos desfiles procesionales de nuestra Semana Mayor.

Hemos gozado, como así lo deseábamos, de la majestuosidad, que en la Carrera Oficial, nos brindara, el Misterio de la Sagrada Cena, al mando del mejor Capataz de la Semana Santa, de nuestra ciudad, Jacinto Hito, que a los acordes de la Agrupación Musical, Santísimo Cristo del Amor, supo poner de manifiesto, ante la expectativa del público onubense, ese saber dirigir a sus hombres del costal, en armonía con la música.

Asímismo, hemos podido disfrutar, al contemplar el valiente barroco, que en su día no legara la gubia magistral de Pepe Oliva, en su conjunto artístico que nos ofrece el trono de Jesús de las Penas, en sus Tres Caídas, que es orgullo del patrimonio cofradiero, de nuestra ciudad.

Los recientemente estrenado "pasos" de las hermandades de los "Judíos" y del Nazareno, - "el "Señor de Huelva"-, que son dignos de admirar, y no olvidemos el esplendor y belleza, que nos ofrecieron las Reinas del Polvorín y de San Francisco, la Victoria -tocando a su grandiosa Coronación-, y la Esperanza, en su multitudinario recorrido, por la marinera calle de Miguel Redondo.

Y, una vez finalizada la Semana Santa Onubense, en la Resurrección Gloriosa, aparece por las calles de Huelva, la típica figura del tamborilero del Rocío, que al son de su tambor y con el agudo sonido de su flauta, nos trae ese aire pastoril, como anunciador de la mundialmente famosa Romería del Rocío, que nos trae a la memoria, aquellos atardeceres primaverales, cuando en los añorados años de nuestra juventud, bailábamos en la Plaza de las Monjas, las típicas sevillanas rocieras de esta bendita tierra de María Santísima y, recuerdo aquella que se hizo tan popular, y cuya letra decía:

Cuando el "Caena" nació,
su madre se quedo fría,
al ver aquel bicho tan raro,
que en la cama se movía.

Eran aquellos tiempos, finalizada nuestra contienda civil, en que Huelva era un pueblo maravilloso, lleno de cordialidad, sencillez y la simpatía de todos sus convecinos.

Tiempos que hogaño recordaremos, a pesar de no haber soñado aún con la gran ciudad en la que vivimos, donde no nos conocemos nadie, pero como decía en la "Verbena de la Paloma":
"Hoy los tiempos adelantan, que es una barbaridad".