Durante la prestación de mis servicios profesionales, en la Casa de Socorro, de Mérida, cuyo establecimiento se hallaba anexo al Hospital Municipal, y como en la ciudad no existía,por aquella época, Residencia de la Seguridad Social, como hogaño, debido a ser esta localidad un nudo de comunicaciones, de primer orden, por afluir cuatro carreteras nacionales -Madrid-Sevilla-Badajoz y Cáceres, todos los accidentes de tráfico eran atendidos , en este centro sanitario.
Diariamente, se asistían a cuatro o cinco, por lo que tenía que dar mas puntos que mi primo Antonio Rodés , el sastre onubense.
En el Hospital Municipal, prestaba servicios como Capellán, un sacerdote suizo,don Pietro hombre de carácter afable e inteligente, con el que me unía una excelente amistad, ya que todas las tardes departíamos nuestros temas de actualidad, y nos echábamos nuestra partida de parchís, toda vez que era un entusiasta de este juego.
Y, ya entrada la estación primaveral, me comunicó una tarde que se marchaba, a su país de vacaciones, presentándome al compañero sustituto, que era un cura recién salido del seminario que todos los días me visitaba , por si había surgido alguna novedad.
Transcurrida unas semanas, se dió el caso de que unos sevillanos, que trabajaban en Cataluña, habían venido a su tierra a pasar las vacaciones, y cuando regresaban de las mismas formando una caravana motorista, al llegar al término municipal de Torremejías, colisionaron, unos con otros, siendo trasladados doce personas con contusiones y heridas.
Fueron atendidos, en la Casa de Socorro, acomodándolos en tresillos, sillas y camillas, pareciendo aquello la guerra.
Y, en aquel preciso momento, apareció el Capellán de marras, y dirigiéndose a un herido, que yacía en una camilla, en el suelo esperando el turno, para ser atendido, le preguntó:
- Hijo, ¿ Te arrepientes de todos tus pecados ?-.
Y el pobre sevillano ,descompuesto, con los ojos desorbitados, le contesto:
Padre,-¿ Tan "joia" está la cosa ?-
Han transurrido un sexenio, desde entonces. Ya estará cubierto de canas sus sienes , pero si es que vive, recordará esta vivencia, que tuvo a la vez tono tragi- cómico, y que no se me borrará de mi memoria, mientras viva.
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