miércoles, 11 de noviembre de 2009

LOS HUERTOS Y BODEGAS ONUBENSES



Desde la gran atalaya onubense, que constituye el Conquero, era una dicha, el poder contemplar, la diversidad de huertos, que les rodeaban.

Mi padre, que era un ferviente enamorado, de estos singulares parajes, nos dejó aquel expresivo cuarteto, que decía:

Las casitas de los huertos,
son ,como bandos de palomas,
que se quedan boquiabiertos,
los que al Conquero, se asoman.

En los días invernales, los onubenses, se trasladaban, con sus familiares, a estos rincones, en donde, buscando la resolana, organizaban sus comidas, que previamente calentaban, en las fogatas, que se improvisaban, al mismo tiempo que podían degustar el nuevo mosto, disponiendo del correspondiente servicio de mesas y sillas, para su mayor comodidad, gozando de un Sol radiante, donde en la sobremesa, podían jugar a las chapas, bolos, naipes etc.

Recuerdo, aquellas reuniones familiares o de amigos, que acudían a las bodegas, que en el callejón de la Soledad, tenía, don Pedro Luís Casto, donde departían, alegremente, en aquel coquetón lugar, donde se percibían los olores del nuevo vino.

Muchas veces,acudí, con los míos, a aquel sorprendente huerto, en las cercanías del Asilo de Ancianos, que con tanto mimo cuidaba su propietario Manuel Garrido Troncoso, en aquellas mañanas veraniegas, para paladear aquellas ciruelas almojamas, tan propias de nuestra tierra, o los suculentos moyuelos, que era el orgullo de su excelente cuidador.

La barriada de las Tres Ventanas, era , toda ella, una extensa zona de huertos, hasta que el ladrillo y el cemento, dieron la puntilla, a su frondosa arboleda de frutales y a sus típicas vallas de chumberas. Se denominaba así, por la venta que había ,en las proximidades del Huerto de Paco, y que constaba de un edificio, de planta baja, que presentaba tres ventanas, a la Avenida, que conducía al Cementerio de la Soledad.

Existía, por aquellos tiempos, la famosa Viña de Torres, que en los días festivos, se veía totalmente ocupada, por numerosos grupos de onubenses, que provistos de sus correspondientes viandas, compartían estas, con la degustación de los ricos caldos de la casa.


Entre el actual Seminario y el callejón de la Cinta. se encontraba, el lugar conocido por "El
Puchero", donde se elaboraban los famosos vinos, que suministraba a la Bodega de los Santos Lugares, propiedad de la familia Lopez mez, en la populosa calle Rábida.

También, acusaba, una nutrida asistencia, las bodegas del Torrejón, del conocido relojero don Julián Labadia, donde hoy , se halla ubicada la barriada del Alcalde Diego Sayago.

En todos estos inolvidables huertos, como bodegas, donde el pueblo de Huelva gozaba del encanto de estos recoletos lugares, que a lo largo de los años, se han ido perdiendo, para esta ciudad tranquila y alegre, de la que hogaño se nos presenta tan distinta, y de la que sólo persiste , en nosotros, el recuerdo de haberlo disfrutado.






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