miércoles, 25 de agosto de 2010

EL MONASTERIO DE YUSTE.




Se encuentra situado, en el término municipal de Cuacos de Yuste, en la comarca de La Vera, al noroeste de Cáceres, y data del principio del S. XV, siendo construido a iniciativa de varios vecinos, al objeto de que continuara allí, la vida contemplativa, de la Orden de San Jerónimo.

En el año 1.556, Carlos I de España, y V de Alemania, decide retirarse, a algún convento, para hacer en él, la vida monástica, eligiendo, por esta razón, el Monasterio de Yuste.

La Casa-Palacio, constaba de dos plantas, con cuatro estancias cada una, alrededor de un patio interior, hallándose situadas, las habitaciones del emperador, junto al coro de la iglesia, lo que le permitía asistir a los actos religiosos, desde su propio dormitorio, postrado en litera, debido a su padecimiento de gota, que le aquejaba, siendo numerosos los personajes, que se acercaban a este lugar, para visitarle, entre ellos, su propio hijo, el monarca Felipe II.

El 21 de septiembre de 1.558, moría Carlos V, en esta que fue su última morada, siendo enterrado en la Iglesia, para posteriormente, ser trasladado al Monasterio de San Lorenzo del Escorial, por deseo expreso de su hijo Felipe II, que a su muerte lo construyó, para conmemorar el triunfo de la Batalla de San Quintín.

En la guerra de la Independencia, todo el recinto del convento, fue incendiado, quedando destruido, y los Jerónimos fueron expulsados de Yuste, y posteriormente, con la desamortización de Mendizábal, el monasterio fue puesto, en pública subasta, iniciándose su abandono y deterioro del mismo.

En 1.949, la Dirección General de Bellas Artes, lleva a cabo su reconstrucción, respetando su diseño y proyectos originales.

Su conjunto arquitectónico, se compone de dos partes: Por un lado, el convento, formado por la iglesia y dos claustros, uno gótico del S. XV, y el otro llamado nuevo, del S. XVI. Por otro lado, esta la residencia del emperador, que es sencilla, basándose en un pasillo central, con dos estancias a cada lado.

En la izquierda, se encontraba la antesala y la alcoba de Carlos V, estancia que se comunicaba con la iglesia.

A la derecha, se establecían dos estancias mas, con mirador que daba a la huerta, y entre el escaso mobiliario, de la residencia regia, destaca la silla , construida especialmente, para el monarca, que sufría de gota, como también el reloj, de bronce y plata, realizado por Jeremías Metzger, en 1.557.

miércoles, 18 de agosto de 2010

EL SACRISTÁN DE MI PUEBLO



En un apartado pueblecito, del Andévalo andaluz, actuaba como monaguillo de la parroquia, Manoliyo, un chavalillo, muy avispado, que debido a la precaria situación económica, en que se desenvolvían sus progenitores, en aquellos viejos tiempos de pobreza, en los que medio se podía vivir, en nuestra problemática sociedad, la infeliz criatura, se las valía, ayudando a misa, todas las mañanas, con la asidua convivencia, de un reducido número de devotas, que acudían al diario cumplimiento de sus deberes espirituales.

Pronto se granjeó las simpatías, tanto del párroco, como del sacristán, hombre ya achacoso, por su avanzada edad, que se ocupaba, de todos los asuntos, concernientes al desarrollo del movimiento parroquial, a pesar de lo castigado, que le traía su bronquitis crónica, que día a día, le iba mermando sus facultades físicas, y tras vencer los altibajos de sus dolencias, llegó el momento de no resistir más, y el pobre se fue, por fin, al otro barrio.

Pero, como Manoliyo, no llegó a conocer nunca, lo que era una escuela, ya en plena juventud, y al morirse, Pepe el sacristán, el cura no le podía dar este cargo, ya que ignoraba, lo que era saber leer y escribir.

Ante esta disyuntiva, no pudiendo cubrir dicha vacante, por su incompatibilidad, optó por darle una ayuda económica, a fin de abrirse paso por la vida, y ante esta situación, nuestro amigo, se trasladó a la capital , montando una pequeña abacería, y con la ayuda de su peculiar simpatía, pronto logró abrirse camino, marchando su negocio a las mil maravillas, alcanzando en poco tiempo, la ampliación de su esfera de acción, abriendo un nuevo establecimiento mayor, con la incorporación de dos dependientas, contando siempre, con la ferviente acogida de una selecta clientela.

Años, más tarde, decidió llevar a cabo una gran operación, y para ello acudió a la entidad bancaria, con la que solía trabajar, siendo recibido por el Director de la misma, con un efusivo apretón de manos.

Hola, don Manuel, que satisfacción, de poderlo recibir en nuestra casa, rogándole nos exponga, en que les podemos servir.

Expuestas sus pretensiones, fueron estas aceptadas, por el Jefe de dicho centro bancario, quién , pulsando el timbre, hizo que apareciera ante él, un empleado al que le encomendó, que cumplimentara ciertos requisitos, que fueron realizados, momentos después.

Bueno, don Manuel, ya lo tiene todo en regla, pendiente de que nos eche un par de firmitas, a lo que nuestro amigo contestó:

Por favor, acérquenme un tampón para imprimir mi huella.

Como, don Manuel, -¿ Es , que acaso, no sabe usted firmar ?-.

Desgraciadamente, no supe en mi vida, lo que es un colegio.

No me lo explico, pues , -¿ Como ha llegado a ser lo que es. ?- Si lo hubiera logrado, -¿ Que sería Vd. ahora ?-.

Pues, muy sencillo: El sacristán, de mi pueblo.



miércoles, 11 de agosto de 2010

EL MONASTERIO DE SANTA CLARA




Es el monumento colombino, más noble de la ciudad de Moguer, y fue construido en la loma
denominada "Campo de Santa Clara", siendo fundado, en 1.337, por Alonso Jofre Tenorio, Almirante Mayor de Castilla, y su esposa Elvira Alvárez, para ser gobernado por las monjas Clarisas, y en donde la Abadesa Inés Enríquez, tía del rey Fernando el Católico, ejerció gran influencia, al viaje de Cristóbal Colón, ante la corte.

Sus patronos, los Portocarreros, estaban muy ligados a él, espiritualmente, al contar, entre las monjas, con miembros femeninos de su linaje, y en su interés,por convertir la iglesia, en panteón familiar.

Su fama, se convirtió en un foco de experiencias, de otros conventos de la misma Orden, fundados en Andalucía, como Santa Inés, en Sevilla; y otros en Córdoba, Osuna, Gibraltar y Jerez de los Caballeros (Badajoz).

Sus fundadores y sucesores, lo enriquecieron, pero con el transcurso del tiempo, con la desamortización de Mendizábal, fue el detonante de la extinción de la Comunidad Clarisa, al comenzar el Siglo XIX, después de haber alcanzado la cota mas alta, allá en 1.591, con cincuenta y cinco religiosas.

Dentro del monasterio, hay que distinguir, en primer lugar, la zona religiosa, donde se puede apreciar un gran artesonado, del S. XVI, que es la parte mas noble, de estilo gótico-mudéjar, con tres naves, siendo la central, la mas amplia rematada con un soberbio ábside poligonal.

A los pies de la iglesia, se ubica el doble coro, con su espléndida sillería nazarí del S. XIV, única en su estilo.

Su retablo mayor, del S, XVII, obra cumbre de Jerónimo Velázquez, que alberga el sepulcro de los Portocarrero, esculpido en mármol, en el S. XVI, que representa los cuerpos yacentes de nueve personas.

Destacan, asimismo, el retablo de la Circuncisión del Señor, de Martínez Montañés; el Niño Jesús de la Lágrimas, obra de La Roldana; el Descendimiento de Cristo, del S. XVI: la Inmaculada del S. XVIII y el conjunto de dalmáticas de los Siglos XVII y XVIII.

En cuanto a la residencia conventual, cuenta con varios claustros, en torno a los cuales se distribuyen las distintas dependencias, destacando el claustro de las Madres, ,cuya arquería baja, es considerado, el claustro mas antiguo de toda Andalucía

A su alrededor, se encuentran los dormitos, pabellones de dos plantas, del S.XVI, con artesonado renacentista, así como la enfermería, refectorio etc.

En este monasterio, tanto el Almirante Cristóbal Colón, como los moguereños, que les acompañaron, al regreso del primer viaje, pasaron la primera noche en la iglesia, para cumplir el voto, que hicieran en alta mar, cuando se veían en peligro de zozobrar, abordo de la "Niña", frente a las costas de Portugal.

miércoles, 4 de agosto de 2010

EL SANTUARIO DE LA CINTA.



El edificio es una construcción, de estilo gótico-mudéjar , del Siglo XV, y se accede al mismo, a través del patio claustral "Obispo González Moralejos", construido en el año 1.991, formado por arcos de medio punto, en cuyos laterales, destaca la lápida funeraria de la Familia Garrocho, del año 1.604, que fue trasladada, a dicho recinto, tras el derribo de la antigua iglesia de San Francisco, destacando , asimismo, el solado, al utilizarse las antiguas lápidas de la vieja necrópolis de San Sebastián.

En la zona Este, se encuentra la galería principal, rematada por una artística espadaña, con la presencia de cuatro campanas y un magnífico reloj.

El interior del santuarios, es de planta rectangular, con una nave principal y dos laterales, encontrándose en la primera, el ábside, con una bóveda, de estilo barroco, y en sus laterales nos presentan dos capillas, destacando, igualmente un pequeño coro del Siglo XVIII.

También sobresale, una serie de azulejos, realizados por Daniel Zuloaga, en el año 1,920, sobre diversos temas marianos y de marinería.

La entrada principal, está formada por tres puertas , del Siglo XVI, enmarcadas por arcos mudéjares, en ladrillos, encuadrados en alfiz. En los laterales, del interior destacan cuatro interesantes vidrieras, donde se relatan una leyenda mariana, en la que la intercesión de la Virgen de la Cinta, da la libertad a un marinero onubense, posibilitando, asimismo, la conversión de un musulmán.

En el año 1.955, se llevó a cabo, una restauración del santuario, con la colaboración del torero local, Miguel Báez Espuny y el Gobierno Civil, bajo la dirección técnica, del Arquitecto onubense don Juan Miguel Rodríguez Cordero, y en 2.007, el pintor local don José María Franco, realiza la restauración de las pinturas de la bóveda central.

Ante el santuario, se halla la Plaza de los Capellanes, con una Rosa de los Vientos,en el centro, y al borde de la misma, nos encontramos, con el magnífico mirador, desde donde podemos contemplar, la soberbia perspectiva que nos ofrece la ría de Huelva, y allá abajo, a los pies de los cabezos, se observa el Humilladero, construido, sobre una ermita, que levantó un
zapatero, en acción de gracias, a la Santísima Virgen de la Cinta, y que fue destruida, por los árabes.