miércoles, 17 de febrero de 2010

AIRES CUARESMALES



Es el tiempo litúrgico, de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos, a la gran fiesta de la Pascua.

Dura cuarenta días, empezando el miércoles de ceniza, y termina, antes de la Cena del Señor, del Jueves Santo, siendo el color litúrgico, el morado, que representa luto y penitencia, y es un camino hacia Jesucristo ,anunciando la palabra de Dios, orando y practicando buenas obras, siendo el tiempo del perdón, y el entendimiento fraterno.

Data desde el Siglo IV, siendo ella, la que nos anuncia la llegada de la ansiada primavera, donde los campos se embellecen, con la ensoñadora floración de los almendros y la gran profusión aromática, que nos brindan el romero , tomillo y la magarza, mientras las calles, de nuestras ciudades, nos ofrecen el embriagador perfume del azahar , con que nos obsequian sus coquetones naranjos.

Ya se percata, el ambiente semanasantero, pues, tiene señalamiento, la celebración del magno Via Crucis, que organiza el Consejo General de Hermandades y Cofradias.

Al anochecer, vemos , como se verifican los ensayos, que llevan a cabo los costaleros, quienes portando su parihuela, recorren las calles de sus barrios, y en los alrededores de las urbes, se escuchan los agudos sonidos de las cornetas, y los estruendos de tambores y timbales, que poco a poco, se van poniendo a tono, para la llegada de los días soñados.

En las casa de las hermandades, se aprecian colas, de cofrades, para solicitar las papeletas de sitios , y así, de esta forma, se van dando los últimos retoques, a los contratos de bandas, cereros y floristas, y se van contando las horas, para que al fin, llegue el momento cumbre de,ver el fruto del esfuerzo, realizado durante todo el año.

Días, de gran efusión cofradiera, aproximándose al instante sublime, de ver la Cruz de guía, bajo el dintel del templo, para luego avanzar, seguida por largas filas de nazarenos, portadores de cirios e insignias, para ver aparecer, minutos más tarde, esos tronos maravillosos, rebosantes de arte, donde se pueden apreciar, el conjunto afiligranado, de un trabajo prodigioso.

El pueblo, se echa a la calle, para presenciar estos singulares desfiles, donde se pone de
manifiesto esta representación del fervor religioso, que llevamos dentro de nuestros corazones.

La Semana Santa, cala el alma popular, ya que nos ofrece un espectáculo único, que viene a constituir un patrimonio cultural de primer orden, donde los ciudadanos pueden disfrutar de estos singulares desfiles tan propios de esta Andalucía tan peculiar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradezco vuestra colaboración,espero veros a menudo por aquí.