miércoles, 9 de marzo de 2011

X I ,- EL CULEBRÓN.


Al iniciar este nuevo capítulo, no quiero hacer referencia a lo que hoy día es bastante conocido y que todas las tardes nos ofrece la pequeña pantalla, donde con bastante paciencia, la cadencia de los intérpretes venezolanos, que desde hace ya muchos años, en que me cargué toda la serie de " Cristal ", creo que no he puesto interés a esta programación.

Hoy, el titular de este trabajo, ha sido motivado, por el devenir de nuestras cotidianas charlas que mantenemos, en el Centro de Mayores "Juan Ramón Jimenez", ante el comentarios que hacia uno de nuestros contertulios, de lo mal que lo está pasando con una afección, en la zona de la cintura, que no le deja descansar durante el día, como en la noche, debido a los dolores y molestias, de que es objeto.

Por los síntomas, que me manifiesta: inflamación, dolores, presencia de ampollas con líquido seroso, ha acudido a su médico, quién le ha diagnosticado "Herpes Zóster", lo que se le conoce popularmente, como un culebrón.

En mi dilatada vida profesional, dentro del campo sanitario, he sido testigo de muchos pacientes que lo han padecido y que no es más que la reactivación del virus de la varicela, caracterizado por la presencia de pequeñas ampollas, en forma de anillos, que se establece en la zona media del tórax, y que en las latitudes mediterráneas le llaman "Fuego de San Antonio", apareciendo, normalmente a partir de los cincuenta y cinco 0s.

El virus llega a causar inflamación de la piel, y entre los motivos que contribuyen a su formación, influye la edad, el estrés emocional y a veces, el uso de la corticoterapia.

Este mal produce a veces cefaleas, fiebre y malestar general, acompañado de hormigueo, picores y dolores intensos, pudiendo afectar también a la zona oftálmica de la cara, que a veces puede tener consecuencias sobre la visión.

Las ampollas que se forman, pueden ser contagiosas por contacto directo y el autor de estas líneas lo ha padecido de cerca, pues a pesar de haber cumplido con mi deber profesional, verificando el correspondiente tratamiento médico, a un hijo mio, que estaba afectado por dicho mal, soportando las molestias a todas horas, aplicándole todo lo aplicable y ante la desesperación, viendo que todo tratamiento con Benerva, como de Vitacicloval, no podíamos conseguir reducir y combatir las molestias, se me vino a la memoria un paciente , que estuve asistiendo, cerca de una quincena, y que al ser requerido mis servicios de nuevo, transcurrido unos dos meses,me lo encontré perfectamente curado de aquella afección, comentándome, la familia, que le habían recomendado, unos amigos, que acudiera a una curandera, conocida como "Manuela la del Moco", que trataba esta afección, con bastante éxito.

Acudió , a ella, mi esposa con mi hijo y pidiéndole un pañuelo, entró en su cuarto, apareciendo con un haz de pajas de centeno, y sobre la mesa, con una tijera, lo iba cortando por un lado y por el otro, recogiendo los recortes del pañuelo, comprobando, a los seis días que aquella zona se iba secando y a los diez, mi hijo estaba totalmente curado.

Quedé verdaderamente asombrado del quehacer, de esta mujer, sin conocimiento de estudios, de ningún género, y que por herencia familiar, había adquirido este saber, motivo que hace reconocer, que toda la región extremeña, sientan admiración por este arte singular, que le hace recobrar, cada vez más adeptos, ante las curaciones maravillosas que alcanzan, estas personas, dignas de la aceptación popular.

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