martes, 25 de junio de 2013

CXVI- Aires Rabideños


Recuerdo cuando era niño, mis padres solían desplazarse con frecuencia a La Rábida, ya que sentían gran predilección disfrutando de tan singular paraje.

Y desde la Plaza Doce De Octubre, iniciábamos nuestro desplazamiento utilizando los servicios de la empresa Cintado, que se hallaba ubicada en la gasolinera que existía en la entrada de la actual Avenida de la Real Sociedad Colombina Onubense y, que finalizaba en la Punta del Sebo. 

Una vez alcanzado el final de la Avenida Francisco Montenegro, nos embarcábamos en la canoa de Luis Bocanegra para atravesar el Estuario Tinto-Odiel.

En la época republicana, la Junta de Obras del Puerto, montó un servicio para atravesar dicha confluencia de los señalados ríos, hasta La Rábida.

Una vez llegados al Muelle de la Reina, a la izquierda nos encontrábamos con la Peña de Saturno, dónde se haya emplazado el Monasterio del Siglo XIII y, que según Fray Felipe de Santiago, en un principio, existía un altar donde los fenicios rendían culto al Dios Baal.

Posteriormente los almohades organizaron un convento con miembros varones, al igual que las comunidades cristianas.

San Francisco de Asís, se encontraba allí en dicho cenobio, con doce discípulos para fundar la comunidad franciscana.

En el año 1485, llegó al Monasterio, Cristóbal Colón acompañado de su hijo Diego, solicitando asilo a los frailes, a los que pusieron al corriente de la empresa que se disponían a emprender.

Nosotros solíamos frecuentar el frondoso pinar y, por las tardes, gozábamos con la policromía de sus jardines.

Acudíamos al convento y, allí mi padre era saludado por el venerable Fray Génaro Prieto, al que le unía una buena amistad.

En los días 3 de Agosto, mi padre solía asistir a los Actos Colombinos ya que, era un fervoroso simpatizante de las Gestas Colombinas, que le inculcó el presidente de la Real Sociedad Colombina Onubense, Don José Marchena Colombo.

En el período republicano, asistió a dichos actos el Ministro de Marina, al que le rindieron honores una compañía de Infantería de Marina, y al terminar el Presidente de la misma, Don Pedro Garrido Perelló, le presentó al señor ministro todas las autoridades provinciales y locales y, por último, se digno en presentarle al Ministro Don Manuel de Burgo y Mazo que, precisamente, había sido un señor grueso y, llevaba un traje de cuando se encontraba en ese estado.

Eso es una demostración de lo que eran los políticos antiguos que, empeñaban sus propiedades mientras en la actualidad no se ve nada más que, casos de corrupción dentro de la clase política.

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