miércoles, 16 de diciembre de 2009

AQUELLOS AIRES NAVIDEÑOS



Una vez, que iniciábamos las andaduras decembrinas, nuestros ánimos se iban caldeando, ante la proximidad de estas entrañables fiestas navideñas.

Al transitar, por las calles Palacios y Concepción, nos recreábamos, ante la soberbia presentación, que nos ofrecían los escaparates de la Confitería Jorvas, como la de ultramarinos"Los Ángeles" de don Antonino Vázquez, con sus extensas y empinadas rampas de mazapanes toledanos, con sus clásicas serpientes, entrelazadas con trozos de frutas confitadas, de diversos colores, y salpicadas de brillantes perlas , que se combinaba con gran profusión de botellas de anís de reconocidas marcas.

Igualmente, en la acreditada firma de "Las Colonias", de don Valeriano Ciordias, nos brindaba,
aquellas dos columnas, a ambos lados de su entrada, formadas por cajas de mazapán, cuyos diámetros, iban disminuyendo a medida que iba aumentando su altura, y de las que sobresalían las virutas de papel, que colgaban de las mismas.

El día 22, los onubenses se daban cita acudiendo en masa, en las puertas de la "Papelería Inglesa" , para seguir, de cerca,la marcha del sorteo de la Lotería de Navidad, a través de una gran pizarra, colgada en su fachada, donde se iban reflejando los premios mayores, que recibían por vía telefónica, toda vez que se desconocía, aún,la radio.

Cada vez , que paso, por dicho lugar , fijo mi vista, ante el gancho donde se colocaba dicha pizarra , con gran nostalgia, a pesar de haber transcurrido ochenta años.

Los onubenses, hacían sus aprovisionamientos de anís y aguardiente de Hierro, en su primer establecimiento "El Torrejón", a la entrada del Paseo de la Independencia, y años más tarde, en su nuevo despacho en la esquina de la calle Amado de Lázaro.

Asimismo,, acudían a la Panadería "La Popular", de Francisco Gómez de la Cruz, para adquirir su kilito de mantecados, por la módica cantidad de tres pesetas.

Acudíamos a la parroquia de San Pedro, para aistir a la Misa del Gallo, donde el gran tenor onubense Sr.Ruiz Castañón, nos deleitaba con su famoso villancico de " Nanita, nana, nanita ea, que Jesús tiene sueño, bendito sea".

A la salida, veíamos a una pareja de municipales, guardando el Orden, donde nunca faltaba, el célebre Morilla con su sardina -sable-, imponiendo su autoridad.

Ya, en la calle, estas estaban inundadas de rondallas, que no dejaban de entonar, nuestros entrañables villancicos navideños de "En el Cielo se arriendan balcones,para un casamiento..".o aquel otro de "A las doce y una de la noche, iba San Cristóbal por medio del mar.....".

Desde la cama, escuchábamos, como pasaban, junto a nuestras ventanas, cantando, ya con sus voces cansinas, y por la mañana aparecían todos desaliñados, en busca cada uno, de su refugio.

El día de Navidad, las familias medias y altas, se daban cita en el Huerto de Paco Angelas,para degustar la especialidad de la casa, que era el pollo con tomates, el "boccatti cardenalis", de aquella época.

Otros grupos familiares,lo pasaban en el Parque Moret, donde abundaban las fogatas para calentar los guisos de carne, mientras que otros miembros se dedicaban a abrir los berdigones, en planchas de lata, al mismo tiempo que los jóvenes se columpiaban entre los pinos. Era,
muy frecuentada en esta fiestas, "La Florida", donde las gentes aprovechaban las resolanas.

Era, la Huelva de nuestra pobreza, una ciudad pequeña, donde todos nos conocíamos, y no existía más vida, que el taller de Riotinto, con su clásica sirena, y la pescadería y sus gentes eran sencillas y serviciales, y que en estos días invernales se levantaban, al oir el pregón de:

-¡ Molletas, calientes !-.





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