miércoles, 10 de marzo de 2010

LA SEMANA SANTA ONUBENSE (II)




Con motivo de los hechos ocurridos, en los días aciagos, en los preliminares de nuestra Guerra Civil, la Semana Santa de Huelva, sufrió los estragos que fue el elevado coste económico, a que dio lugar.

Muchas iglesias de nuestra ciudad, fueron incendiadas, como las Agustinas y Concepción. Otras como San Pedro, el Polvorín y La Cinta, fueron saqueadas, desapareciendo la mayor parte de las imágenes que constituían un valor artístico de primer orden.

Los enseres de las hermandades de Pasión y Santo Entierro que se encontraban almacenados, bajo el cabezo de San Pedro, existentes en las vaquerizas del Hospital Provincial en la Cuesta del Carnicero, fueron sacados al Paseo de Buenos Aires y fueron pasto de las llamas.

Una vez tomada la ciudad por las tropas, que se alzaron contra el poder constitucional, se echan en falta todo el acerbo de nuestro patrimonio cofradiero.

En San Francisco, fueron desvalijados, todos los retablos, a los que le prendieron fuego junto a las imágenes en la Plaza de San Francisco.

Las únicas hermandades que salvaron sus patrimonios, fueron las establecidas en la Iglesia de la Merced, gracias a la decisión acertada del doctor Vázquez Limón, director facultativo del hospital, que viendo las llamas en sus proximidades, optó por colocar una sábana en la puerta de dicha iglesia con la inscripción: "reservada para hospital de sangre", por lo que al llegar las hordas incendiarias, desistieron de su propósito.

La cofradía de San Francisco, logró salvar por completo, el paso de la Virgen por hallarse almacenados los enseres de la misma, en la cochera de Don José Coto Mora, en la calle Aguas.

Ante esa desastrosa situación, no cabía otra solución que empezar la reconstrucción de nuestra Semana Mayor en nuestra ciudad.

Así, el capitán de infantería, Don Gregorio Requejo González, en el año 1939, recién acabada la lucha fraticida, sacó en el Domingo de Ramos, una procesión con una pequeña imagen de Dolorosa, que sirvió de embrión para la constitución de la Hermandad de los Mutilados, saliendo al año siguiente, con la Virgen de la Paz que vemos en la actualidad.

En el año 1940, Don José Zayas, Don Eulogio García Ferrer, la familia Oliveira y otros, fundaron la cofradía de la Victoria en la iglesia del Polvorín.

Sobre esta fecha se unen las hermandades de la Oración en el Huerto y Veracruz.

En 1943, nace en la Milagrosa, Las Tres Caídas y, en San Pedro, se crea una nueva cofradía infantil: "La Borriquita".

En 1948, se organiza la Sagrada Cena, y en 1950 también en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, Don José Gentil, funcionario de Hacienda, junto a Domingo Franco, Manuel Rebollo y otros, fundan la corporación de los Estudiantes, que en los primeros años sacaron en procesión, un Cautivo y, más tarde, el Cristo de la Sangre.

Del colegio Funcadia, de los padres Jesuitas, se organiza la Hermandad del Silencio, que sacan como titular: "la Virgen de la Soledad", que fue donada por la familia del doctor Don Juan Domínguez.

En el barrio de las Colonias, ven por primera vez, su cofradía: "La Sagrada Lanzada".

En la década de los 50, se funda la hermandad del Descendimiento, por los funcionarios municipales y, más tarde, de la Barriada de la Hispanidad, nos sorprenden con otra nueva: "El Cautivo".

Desde la Orden, nos brindan el Cristo del Perdón, que es la más distante de la ciudad.

En los 90, en la Barriada del Carmen, se organiza la del Prendimiento.

En fechas recientes, toma cuerpo otra más: la Redención y, en la populosa Barriada de la Isla Chica, nos cautiva la del Cristo de la Fe, así como la Sentencia, de Pérez Cubillas.

Por último, desde hace unos años, hace estación desde la Barriada del Molino de la Vega, la Hermandad de la Santa Cruz.

En resumidas cuentas, de las ocho cofradías con que contaba nuestra Semana Santa, han pasado en la actualidad a veintitrés, con un total de cuarenta y dos pasos, contando con un vasto patrimonio, en el orden de imágenes, bordados, tallas de tronos y palios, que nos hacen situar entre los mejores desfiles procesionales de nuestra región.

Hay que destacar la ingente obra del imaginero ayamontino Don Antonio León Ortega, que es el artífice de nuestra Semana Mayor, que nos brinda, su gran obra escultórica de Cristos y Dolorosas, que desfilan por las calles de nuestra ciudad.

Asímismo, hay que destacar el gran número de agrupaciones musicales con que cuenta Huelva, que la sitúan en un primer orden, entre las mejores de nuestra Andalucía singular.

Hay que destacar la labor, llevada a cabo por el Consejo General de Hermandades y Cofradías, por la organización tan perfecta de los desfiles procesionales, al ofrecer una Carrera Oficial, digna de todos los encomios.

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