miércoles, 11 de abril de 2012

LXXV.- LLEGÓ, EL TAMBORILERO DEL ROCÍO.



Ha transcurrido la Semana Santa, en un ambiente incierto y borrascoso, pero a pesar de la constante presencia de la lluvia, tan deseada y necesaria para la vida de nuestros campos, por lo menos nos ha ofrecido huecos, para poder disfrutar de los maravillosos desfiles procesionales de nuestra Semana Mayor.

Hemos gozado, como así lo deseábamos, de la majestuosidad, que en la Carrera Oficial, nos brindara, el Misterio de la Sagrada Cena, al mando del mejor Capataz de la Semana Santa, de nuestra ciudad, Jacinto Hito, que a los acordes de la Agrupación Musical, Santísimo Cristo del Amor, supo poner de manifiesto, ante la expectativa del público onubense, ese saber dirigir a sus hombres del costal, en armonía con la música.

Asímismo, hemos podido disfrutar, al contemplar el valiente barroco, que en su día no legara la gubia magistral de Pepe Oliva, en su conjunto artístico que nos ofrece el trono de Jesús de las Penas, en sus Tres Caídas, que es orgullo del patrimonio cofradiero, de nuestra ciudad.

Los recientemente estrenado "pasos" de las hermandades de los "Judíos" y del Nazareno, - "el "Señor de Huelva"-, que son dignos de admirar, y no olvidemos el esplendor y belleza, que nos ofrecieron las Reinas del Polvorín y de San Francisco, la Victoria -tocando a su grandiosa Coronación-, y la Esperanza, en su multitudinario recorrido, por la marinera calle de Miguel Redondo.

Y, una vez finalizada la Semana Santa Onubense, en la Resurrección Gloriosa, aparece por las calles de Huelva, la típica figura del tamborilero del Rocío, que al son de su tambor y con el agudo sonido de su flauta, nos trae ese aire pastoril, como anunciador de la mundialmente famosa Romería del Rocío, que nos trae a la memoria, aquellos atardeceres primaverales, cuando en los añorados años de nuestra juventud, bailábamos en la Plaza de las Monjas, las típicas sevillanas rocieras de esta bendita tierra de María Santísima y, recuerdo aquella que se hizo tan popular, y cuya letra decía:

Cuando el "Caena" nació,
su madre se quedo fría,
al ver aquel bicho tan raro,
que en la cama se movía.

Eran aquellos tiempos, finalizada nuestra contienda civil, en que Huelva era un pueblo maravilloso, lleno de cordialidad, sencillez y la simpatía de todos sus convecinos.

Tiempos que hogaño recordaremos, a pesar de no haber soñado aún con la gran ciudad en la que vivimos, donde no nos conocemos nadie, pero como decía en la "Verbena de la Paloma":
"Hoy los tiempos adelantan, que es una barbaridad".

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