miércoles, 20 de junio de 2012

LXXXV.- VIVIR, QUE NO ES VIVIR.-


Hace dos semanas,  dediqué  mi trabajo a informar sobre el abandono  que en la actualidad  sufre la popular y transitada Avenida de Pío XII, debido al descuido en que se encuentra su extensa y  frondosa arboleda que, a consecuencia de la pésima poda realizada en la pasada época otoñal, es la culpable de que sus convecinos  sobrelleven este grave episodio.

Entre otras cosas, he querido cerciorarme, con bastante interés, que es lo que pasa de noche, para comprobar la deficiente iluminación que tiene la Avenida, a pesar de disponer de un abundante servicio de farolas y, resulta que siendo éstas bastante altas, debido al abundante ramaje que nos presentan sus árboles, impiden que la  luz de las mismas no se proyecten sobre la calzada, lo que da lugar a que se produzca más de un susto a los pacíficos viandantes que circulan por ellas en las altas horas de la noche.

Le envié una copia de dicho artículo al delegado municipal de infraestructuras, Don Felipe Arias, para que con su decisión, atendiera esta delicada situación por la que atraviesan sus sufridos vecinos, sin que hasta la fecha se haya visto solución al mismo.

Hoy mi atención, se centra en la adyacente y popular, Avenida del Alcalde Federico Molina y, muy especialmente al tramo comprendido, entre Pío XII y la Plazoleta de la Cruz, frente a la Caixa de Catalunya, donde la arboleda, debido a la gran voluminosidad de sus copas, tienen condenados a los moradores de estas viviendas, a permanecer con los balcones cerrados, ante la falta de visibilidad que tienen, debido a los mismos, sin que puedan airear sus pisos, ante la enorme floración que presentan, de donde se desprenden, una gran cantidad de polen, que constituye un grave peligro para la salud pública, ante el temor de padecer alergia, tan frecuente en esta época.

Todos los años, he sido testigo presencial de como se llevaban a cabo dos veces al año, la poda por parte de los Servicios de Parques y Jardines, pero no se por qué, este personal brilla por su ausencia, y no sabemos que ha sido de ellos.

Igualmente, al transitar por el flamante acerado, recientemente restaurado, de esta gran vía urbana, de la barriada de Isla Chica, nos vemos sorprendidos ante la circulación por los mismos de desaprensivos ciclistas que nos atemorizan al considerar ellos, que "todo el monte es orégano", sin que aparezca ningún guardia que imponga el orden a estos infractores.

Según la información de que disponemos, la plantilla está formada por cerca de 300 policías locales, con que cuenta la ciudad.

¿Dónde está la Policía de Barrio, que tanto prometían en la pasada campaña electoral, los candidatos, y que tan bien tienen organizada otras muchas ciudades?

No se ve ninguna pareja que infundan confianza a los ciudadanos y a los comerciantes y, si alguna vez nos tropezamos con alguna, éstas se encuentran en acción,  con el talonario de multas en ristre para denunciar a los pobres automovilistas que, antes la gran avalancha de coches en la vía pública y, ante la imposibilidad de aparcar, cometieron la torpeza de colocarlo en el primer sitio que encuentran y, que constituye la trampa tendida por los agentes.

- ¡Vivir, que no es vivir! -. 


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