miércoles, 6 de junio de 2012

LXXXIII.- AQUELLOS TIEMPOS, DE MISIONES.



A lo largo de mi dilatada vida, he sido testigo de las visitas, que cada cierto espacio de tiempo nos hacían, tanto en nuestra ciudad, como en las pardas tierras extremeñas, donde  ejercí mi actividad profesional, la Santa Misión.

Todos nuestros convecinos, se despertaban sobresaltados, ante la diana inesperada, que a través de los servicios de megafonía, llegaba a todos los rincones de sus barriadas, donde desarrollaban su labor misional.

Desde muy temprano, se oía la llamada de los altavoces , que anunciaba:

Despiértate, fiel cristiano,
levántate sin demora,
que en tu puerta esta llamando,
una Celestial Señora.

Y, al salir de sus casas, se encontraban en la explanada, una furgoneta-altar, donde se celebraría la Santa Misa, sin esperársela.

Recuerdo aquella  anécdota, que corría en la vox populis, que se refería de que en un templo, ante la avalancha de fieles, que acudían, los Padres  Misioneros, para imponer el orden, aconsejaban, que los siervos se colocaran en el lateral derecho, y las siervas en la parte de la  izquierda, cuando de pronto se oyó una voz que preguntaba:

Y, esta cabra loca. -¿ donde se pone ?-.

El humor siempre esta a la orden del día, en nuestra vida cotidiana, sin poder faltar.

Ya con el  transcurrir de los años,y la consolidación de nuestro sistema democrático, han pasado a  la historia, estas celebraciones  multitudinaria, toda vez que se acusa un gran giro, en todos los  ordenes y que cada uno se despacha a su modo, sin estar sujeto a las imposiciones  que había que cumplir a la fuerza, en un Estado Católico-Nacionalista de Ordeno y Mando.










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