Recuerdo aquellos felices años de mi infancia, cuando en la segunda mitad de la década de los veintes, en la desaparecida Plaza de San Francisco se organizaban aquellas fiestas veraniegas, a las que llamaban "Kermés", y que eran montadas por la cofradía del barrio a fin de allegar fondos para hacer frente a los gastos de salida, en la noche del Miércoles Santo.
Los organizadores de estos actos festivos eran , Gasparito Blanco, Alberto Saavedra, Liborio Hierro y mi padre Baltasar González , quienes durante todo el año daban su alma ,para mantener su ilusión y cariño cofrade.
La plaza rodeada de vetustas acacias, con sus banquitos de hierro, con la marca de la Fundición de Matías López, toda terriza, era exornada con mástiles , de los que se usaban en la feria de la Cinta. de los que pendían vistosas banderolas y escudos de España y de Huelva, acompañados de sus banderitas, así como abundantes guirnaldas de luces. que les impregnaban su sello festivo.
Se montaba un tablado, donde actuaban artistas onubenses,entre los que destacaban Paco Isidro, en los inicios de su carrera artística.
Este festejo, se iba haciendo tradicional y que constituía un gran aliciente en el barrio de " Los Cuatro Cantillos", destacando la magnifica tómbola, así como un gran sector del espacio público era ocupado por numerosos veladores, que estas noches de estío recibía la fresca brisa atlántica, que venia a ofrecer a nuestros convecinos un regazo para sus espíritus.
Se consumÍan las clásicas gaseosas de bola de vidrio, así como los típicos refrescos de zarzaparrilla.al mismo tiempo que la Banda Municipal de Música, interpretaba alegres pasodobles y sevillanas, que volvía loca a la juventud, que no cesaban de bailar.
Los onubenees gozaban de estas expresiones festivas, mientras que las familias residentes, engalanaban sus fachadss con colchas y mantones de manilas y gran profusión de macetas en sus puertas.
La tómbola rifaba al final de la verbena ,un magnífico Mantón de Manilas, al que aspiraban a obtenerlo, aquella gran pléyade de muchachas bonitas del barrio, que con su gran belleza les daban mayor realce a este gran acontecimiento festivo.
Eran años de solidaridad, de complacencia y colaboración de todos, en los que aportaban su granito de arena, para darles mayor auge a este gran evento veraniego.
Actualmente el mundo ha cambiado por completo, todos los dejan pasar para alejarlo a un lado, sin darle importancia a nada, y a veces estas pequeñas cosas que van pasando a la historia, eran las que les ofrecían alegría a nuestros conciudadanos, que recuerdan con nostalgia aquellos añorados tiempos que se nos fueron de las manos.
Amable lector, reconocerás, que este trabajo carece de la ilustración gráfica, a la que todas las semanas os brindo. Ante la imposibilidad de conseguir una foto de la tan querida plaza, les pido disculpas.
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