Entre el gozo de la muchedumbre rociera, las Camaristas, que en esta excepcional ocasión , optan por colocarle sus mejores galas , ataviándola de Pastora. Y ya a la Puesta del Sol, sobre su Divino Rostro, ponen un pañuelo de seda, y la cubren con un gran guardapolvo, mientras los almonteños hacen disparar sus escopetas, agotando la pólvora, en salvas a la Divina Pastora.
Llega la noche y el Camino de Los Llanos, se convierten en senda de rezos y canciones marianas de una noche de amor para no olvidar en toda la vida. Aparecen las claras, del amanecer del nuevo día. Ya se divisa, Almonte.
- ¡ Alegría, estamos en el Chaparral, estamos en Almonte !-. Una inmensa muchedumbre se compacta alrededor de la Reina de Las Marismas.
A la salida del Sol, empieza de nuevo la vida. Las Camaristas retiran el guardapolvo, que en su caminar ha soportado, suena la Marcha Real, en el sublime momento, en que al retirarles el pañuelo de su Celestial Rostro, sus Ojos, tienen delante de Ellos todos los lados y ante ELLA, un pueblo vestido con sus mejores galas parar rendirle su Amor.
Calles exornadas con un arte primoroso, por unos artistas vendos especialmente desde el Cielo para esta singular ocasión.
En estos días de amor fraterno, en la aja Andalucía, solo se escucha un clamorr:
-¡¡ VIVA LA VIRGEN DEL ROCIO !!-.
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