Corría, allá por la década de los años cincuentas, cuando en el ámbito cotidiano de nuestra ciudad, se comentaba, entre nuestros convecinos, la cantidad de bromas, que por aquel entonces, se gastaba a través del teléfono, que venía a constituir la comidilla del día, que de boca en boca se transmitía entre ellos.
Recuerdo, la llamada que hicieron a una acreditada botica onubense:
-Oiga, -¿Es la Farmacia , X ?-.
Efectivamente, ¿ En qué, les podemos servir ?-.
-Me podían informar, si teneis Parches de Sor Virginia ?-.
-Sí, Señor , lo tenemos .
-Pues, póngaselos en los c..ojines.
Pasó la mañana, y ya entrado el mediodía, suena de nuevo el aparato:
-¿ Hablamos , con la Farmacia X. ?-.
Con la misma, Señor.
-Mire, le llamamos desde la Comisaría y es que hemos recibido varias llamadas ,en las que se quejan de haberles gastado bromas, por el teléffono, y sospechando de un elemento, que en otras ocasiones se ha dedicado a estos menesteres,lo hemos traido aquí y entre otras llamadas que ha hecho, también figuran Vdes, entre los afectados.
Es cierto, así ha sido.
Y, ¿en que se ha basado la conversación. ?-.
-Precisamente, preguntó si teníamos Parches de Sor Virginia, y al contestarle afirmativammente, me contestó, que me los pusiera, en tal sitio.
Dígame, ¿Hace mucho tiempo de eso ?-.
-Unas, tres horas.
-Y, la respuesta fue:
Sí, sí, ya está bien de tiempo, así es que se los puede quitar.
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